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Aviso. Este correo es importante

Sobre todo si eres emprendedor, inversor,
o simplemente alguien curioso.

Es largo, pero viene full-value.

Como muchos, a veces, confundí complejidad con profundidad. 

Veamos.

Primero, la famosa escalera de valor:
lead magnet → producto barato → curso intermedio → high ticket → membresía.

Una progresión lógica. Bonita en el papel.
Y con una promesa implícita: si haces bien los pasos, el cliente sube.

Spoiler: no sube.

Después llegó el stacking de Russell Brunson: se pasa por todo, del libro a la mastermind (esta última con tres escalones de precios).

Realmente, misma información en la base y en la cima, solo cambia: menos fricción y mejor círculo de contactos.

Más sofisticado. Más caro. Más brillante.

Parecía evolución.
Pero no resolvía lo esencial.

***

¿Por qué?

Porque todo parte de una suposición equivocada:
que el cliente actúa de forma lineal.

Y no.

El cliente no escala.
Salta. Se desvía. 
Se cuela por donde no esperas.
Puro Factor X.

A veces ve lo más caro… y lo compra sin haber tocado nada antes.
Literal.

Ejemplo: Tesla.
Empezó vendiendo lo más caro, y luego abarató.

Eso me llevó —años después— a entender lo obvio:
no se necesita una secuencia en forma de escalera, estrellita o espiral.


Se necesita un ECOSISTEMA.

Un ecosistema de productos.
O mejor aún, un ecosistema de ofertas.

Recuérdalo, porque esto es crucial (es la gran epifanía).

Y, no creo que no te lo van a contar en algún otro lugar.

____

Y no es que lo diga yo. 

¿Qué hace Apple?

Cada producto tiene sentido por sí solo, pero juntos se potencian.
No es un catálogo.

No es un bazar.
No es una escalera.
Es un ecosistema.

Un sistema donde las piezas se complementan,
comprar una aumenta el valor de las otras.

[¿Te suena lo que comenté sobre holones en el correo anterior? Esto es realmente una jerarquía de holones, pero no te quiero liar ahora…]

El punto es que el cliente entra por donde quiere.
Se queda, si quiere.
Y —si hay ecosistema— cada movimiento genera tracción, no por insistencia, sino por diseño.

Eso es lo que creo que la mayoría no ha entendido.

Como te dije en un correo anterior, siguen atrapados en el Nivel 2 de la Campana de Gauss:
la parte central, donde todo parece “avanzado”, pero es solo complejidad disfrazada de progreso.

Ahí viven muchas agencias de marketing.

Prometen lo que no han logrado.
Aplican frameworks que no entienden.
Copian sin comprender ni contexto ni resortes.

Mientras tanto, lo que aparentemente más “funciona” en el mercado es lo más ruidoso.
No porque sea bueno,
sino porque es extravagante y superficial.

Diseñado para llamar la atención de quien tiene poco contexto y menos criterio.

¿Tiene mercado? Sí.
¿Tiene futuro a largo plazo? No lo sé.
¿Es el juego que quiero jugar? Ni de coña.

Y, por cierto, 

¿viste lo de Perplexity diciendo que quieren comprar Chrome?

Una masterclass de bullshit para llamar la atención.
Otro ejemplo del juego corto.

El largo plazo es otra cosa.
Diseñar sistemas que funcionan incluso cuando tú no estás casi empujando.

Un ecosistema que se autopotencia.
Donde cada pieza tiene sentido.
Donde el diseño reemplaza la insistencia.
 

***

— Fernando, me estás liando. Esta vez me cuesta seguirte. ¿Por qué iba a funcionar así como dices?

Bueno, hay principios muy básicos y atávicos a todo ser humano para que el ecosistema de productos (y ofertas) tenga todo el sentido del mundo. Y, por cierto, supere de lejos a los catálogos de productos —cual bazar tipo Primark— a las escaleras de valor repletas de bullshits.

Te anticipo algunas (aunque de esto te hablaré pronto):

  • El coleccionismo: una pieza te hace querer el resto. A mi sobrino le regalan el album de cromos. Será por algo.
     
  • El efecto Diderot: una compra cambia cómo percibes las demás. Compras un sofá nuevo.
    Y, un año después, has acabado reformando el salón entero.
     
  • La escalera de deseos velados: el cliente encuentra su propio camino, sin que lo fuerces. El cliente tiene un deseo ulterior que resolver. Sí o sí.


Y esto, no es humo.

Es psicología estructural. Aplicada con respeto. Y con inteligencia.

Y si operas como individuo (sin jefes ni empleados), esto se vuelve aún más crítico.

Porque como ya intuía Séneca (o Marco Aurelio, da igual): si dependes de otro para operar, no eres del todo libre.

¿Quieres moverte con ligereza?
Entonces necesitas precisión.

Y para eso, la información real, profunda y estratégica se vuelve imprescindible.

Cuanta más claridad estructural tienes, menos energía necesitas.
Más apalancas. Menos friccionas.

____

Tengo un conocido que factura algunos millones al año.
Trabaja tres horas al día.
Eso sí: todos los días. Sea lunes, sábado, agosto o febrero.

Pero esas horas están tan bien colocadas…
que mueve montañas casi sin empujar.

No es magia.
No es suerte.

Es claridad operativa extrema.

Es realidad plegada.
Es respeto absoluto por su tiempo, su energía y su diseño.
 

Aunque tu compañero de trabajo nunca lo llegue a ni medio entender…

Ni siquiera Alex Hormozi, con toda su potencia operativa, ha integrado del todo esta capa.
Sigue ganando por ejecución masiva.
(No por diseño sistémico. En mi opinión.)

____

Un ecosistema de productos bien diseñado es como la gravedad:
funciona más que un bazar o una escalera.

Y si lo estructuras bien,
puede sostener una empresa de una sola persona.
Sin jefes. Sin empleados.
Sin fricción innecesaria.

Y eso —por si no lo habías notado—
no lo vas a encontrar fuera de esta lista.

¿Por qué?

Porque es lo que más me obsesiona construir bien.



Un saludo,
Fernando A.

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