El otro día estaba contando a mis alumnos algo que me dejó fascinado y pensé: esto puede interesarte a ti también. O quizás lo encuentres un tostón. Tú decides.
Vamos al lío.
Una batería gigante escondida en las montañas
¿Has oído hablar alguna vez de una central hidroeléctrica reversible?
Yo tampoco… hasta hace poco.
La idea es tan simple como brillante: cuando hay exceso de energía renovable —porque sopla mucho viento o el sol pega fuerte— la electricidad sobra. El precio baja, e incluso puede llegar a perderse si no se acumula o se vierte a la red.
Algunos usan ese excedente para minar bitcoins. Mejor eso que nada, pensarán.
Pero a finales del siglo XIX, un ingeniero italiano tuvo una idea mejor: usar esa energía barata para bombear agua hacia arriba en una presa.
Atento al truco:
- Cuando la luz está barata (por ejemplo, de madrugada), se gasta energía en subir el agua.
- Cuando la demanda es alta y la electricidad escasea, se deja caer el agua. La caída mueve turbinas y genera electricidad.
Una especie de pila natural, pero a escala monumental.
Ingenioso, ¿verdad?
El dilema de la cola del supermercado
Otro ejemplo fascinante de los sistemas complejos lo encontramos en algo tan cotidiano como… hacer la compra.
Imagina que tienes dos opciones:
- Una cola con pocos carritos, pero hasta arriba de productos.
- Otra con más carritos, pero casi vacíos.
¿Dónde te pones?
Las matemáticas tienen la respuesta:
- Mejor elegir la fila con pocos carritos y llenos. El cuello de botella suele estar en el proceso de pago, no en el escaneo de productos.
- Cambiarse de fila no sirve de nada. Si otra cola avanza más rápido, la probabilidad de ganar tiempo cambiándote es la misma que la de perderlo.
- La mejor solución es la fila única. Un solo carril de entrada que se reparte en varias cajas. Así se diluyen los retrasos y todos ganan.
¿Te suena? Carrefour, Decathlon o Primark lo saben de sobra.
La paradoja de Braess: más no siempre es mejor
Ahora vamos al tráfico. La intuición nos dice que añadir más carriles o abrir rutas alternativas debería mejorar la circulación.
Pero la realidad es más traviesa. Existe lo que se llama la paradoja de Braess: hay casos en los que quitar un carril o cerrar una ruta… ¡mejora el tráfico!
¿Por qué?
Porque cada conductor busca su beneficio personal. No piensa en el bien común. Eso genera un dilema típico de la teoría de juegos: el equivalente al dilema del prisionero, pero con miles de coches a la vez.
Un recordatorio incómodo: la suma de decisiones individuales no siempre conduce a la mejor solución colectiva.
La teoría de juegos en tu próxima cena
Si te gusta la teoría de juegos, aquí va otro ejemplo divertido.
Te vas a cenar con amigos. Al final, alguien propone dividir la cuenta entre todos. ¿Sabías que, de media, acabaréis gastando un 30% más que si cada uno pagara lo suyo?
El razonamiento es sencillo: cuando sabes que la cuenta será compartida, pides con menos reparo. El coste se diluye.
Y si encima el camarero te roza levemente al dejar el plato en la mesa, la probabilidad de que dejes propina aumenta. Sí, está estudiado. Se llama el toque de Midas.
Cierro con una reflexión
Los sistemas complejos están en todas partes: en la energía, en la logística, en el tráfico, en una cena entre amigos.
Y lo más bello es que muchas veces lo que parece obvio resulta ser falso. Como dijo un profesor mío: en sistemas complejos, la intuición es la primera víctima.
Si te ha gustado, cuéntamelo.
Como decían Celtas Cortos: si te mola, me contestas.
Fernando A